El desenclavo del Santísimo Cristo de Burgos, el día de Viernes Santo, es uno de los actos más emotivos de la Semana Santa burgalesa. Además, en numerosas localidades de la provincia tienen lugar variadas muestras de religiosidad popular.
COFRADIA DE LAS SIETE PALABRAS Y DEL SANTISIMO CRISTO DE BURGOS
La representación dramática del acto del descendimiento de Cristo crucificado se realiza desde hace siglos en distintos lugares de nuestro país. Sobre todo a partir del Concilio de Trento se da un gran impulso a este tipo de actos piadosos.
La representación del «Desenclavo» la lleva a cabo la Cofradía de las Siete palabras y del Santísimo Cristo de Burgos en la Plaza de Santa María el día de Viernes Santo. Es sin duda una de las escenas más emotivas de la Semana Santa burgalesa.
La carraca de la Catedral, pieza del siglo XIX recuperada recientemente, anuncia la muerte de Jesús desde la Torre Norte. Posteriormente, los cofrades de Las Sietes Palabras y del Santísimo Cristo de Burgos van retirando uno a uno los clavos que sujetan la imagen de Jesucristo a la cruz de madera. Seguidamente lo hacen descender y lo presentan ante la Virgen de la Consolación.
Dicha representación resulta de un realismo sorprendente, debido a que la talla del Santísimo Cristo está articulada. Además, está cubierta de piel de bóvido, tiene cabellos naturales y uñas realizadas en asta de animal. Estos elementos confieren a la escena una gran veracidad y dramatismo.
El hábito de los cofrades está compuesto por capirote y túnica morada, capa, cíngulo y guantes blancos. Hay que destacar que es una de las primeras cofradías en la que procesionan mujeres con hábito. Posiblemente es también la primera de España en tener una mujer como priora.
A dicha cofradía le debemos la recuperación, desde el año 2014, de la funcionalidad litúrgica del Cristo de Burgos con la copia realizada en los Talleres Granda de Alcalá de Henares. Evidentemente, con el original del Siglo XIV era inviable llevar a cabo esta representación.
En el año 2018 el músico militar Don Francisco José Boyer Gómez, a petición de la cofradía, compuso la marcha fúnebre “Santísimo Cristo de Burgos”.
GRAN DEVOCION POPULAR POR EL SANTO CRISTO DE BURGOS
Bien conocida es la gran devoción que existe por este Cristo no solo en Burgos, sino también en numerosos lugares de España e Hispanoamérica.
Se sabe que la talla del Santísimo Cristo fue donada en el Siglo XIV al Monasterio de Agustinos de la ciudad de Burgos por un piadoso comerciante burgalés. Este hombre llamado Pedro Ruiz de Minguijuan la había adquirido en uno de sus viajes. Aunque lo que se ha venido trasmitiendo de generación en generación es que la talla de Cristo apareció flotando en una caja en el mar en medio de una tempestad. Incluso se aseguraba que había sido realizada por Nicodemo, reflejando en ella la imagen auténtica de Cristo muerto.
Lo cierto es que desde su llegada a Burgos la devoción por el Santísimo Cristo aumenta enormemente. Al Monasterio de San Agustín llegan gentes de distintos lugares del mundo a visitarlo. Muchos peregrinos en su camino hacia Santiago de Compostela se acercaban a postrarse ante él. Hasta Santa Teresa de Ávila, cuando llega a Burgos en 1582 a fundar su convento, se detiene a orar ante el Santísimo Cristo.
Es sorprendente la descripción que Madame de Aulnoy hace en 1679 de la capilla del Santo Cristo, situada en un ángulo del claustro del Monasterio de San Agustín. Esta dama francesa hablaba de una gran riqueza en el interior de la capilla. Entre otras cosas, decía estar decorada con más de cien lámparas, unas de oro y otras de plata y de un grosor tan extraordinario que cubrían la bóveda.
Toda la riqueza desaparecerá durante la Guerra de la Independencia, en la que el monasterio sufre la destrucción y el pillaje por parte de las tropas napoleónicas. El Santísimo Cristo en esta época se traslada a la Iglesia de San Nicolás y posteriormente a la Catedral.
Tras la guerra, los agustinos comenzaron la reconstrucción de su monasterio y el Santísimo Cristo pudo volver a su emplazamiento original en 1817. Años más tarde, en 1836, debido a las leyes de desamortización, los once frailes que aquí habitaban son expulsados y la imagen del Cristo vuelve a la Catedral donde desde entonces permanece.
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